"La educación nunca termina.
Saberlo es saber qué clase de vida queremos".
(Carlos Fuentes, Discurso de aceptación Doctorado Honoris Causa UPR 2010)
En el camino de la vida, son muchos los peldaños que se deben escalar hasta alcanzar los más grandes sueños y dejar un legado que trascienda generaciones. Precisamente, la Universidad de Puerto Rico (UPR), reconoce la trayectoria de individuos cuyas ejecutorias resultan excepcionales y cumplen con el propósito de impactar positivamente al resto de la comunidad. En su nonagésima octava colación de grados, el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) le otorgó un doctorado Honoris Causa en Ciencias a un quebradillano singular, don Miguel A. Vives Heyliger.
"Es muy grande para mi pueblo, para mi familia, para todo Puerto Rico. Yo creo que he trabajado mucho y la colaboración de mi pueblo, de mi familia, todos se van a sentir muy felices de que ustedes me hayan dedicado este título", expresó al preguntársele cómo se siente al recibir este reconocimiento.
Don Miguel A. Vives Heyliger, mejor conocido como Papo Vives, se desempeñó como maestro de Ciencias del nivel superior en la escuela pública de su pueblo. Su vida fue una dedicada a la educación y a impactar a sus alumnos con cada experimento que realizaba desde el aula. Y hasta hoy, solo contaba con un bachillerato en Ciencias Naturales de la UPR en Río Piedras, pues durante la primera sesión de la colación de grados 2012 del RUM, don Papo recibió uno de los más altos galardones en el Colegio.
"Yo nunca he estudiado con intereses de nada, esto es como una obsesión. Necesito pasar el tiempo haciendo algo que me mantenga ocupado", manifestó.
De esta manera, transcurren sus días, desde el patio de su casa, rodeado por las plantas que tanto le gustan o bien preparando laminillas que luego observa bajo algunos de los microscopios que alberga en el laboratorio que ha ubicado en su hogar. Desde allí, se desempeña como un botánico de primer orden.
La suya ha sido una vida dedicada a amar la flora puertorriqueña, lo que le ha permitido no solo estar en contacto con expertos locales e internacionales, sino también recorrer herbarios y viajar al campo como parte de su intenso estudio individual. Producto de esas horas de investigación, este amante de la botánica reconoce que el bosque es una unidad, una comunidad. "Una planta es algo más, tan importante como todas las demás".
Precisamente, Prensa RUM aprovechó para preguntarle con cuál árbol se compararía, a lo que este humilde maestro respondió con firmeza, "el árbol de samán, pues es el árbol por excelencia. Es que lo tiene todo".
De otra parte, en su conversación, destacó el respaldo que ha recibido de otros grandes mentores, desde el eminente botánico Roy Woodbury, con quien tomó clases en Río Piedras, hasta los doctores colegiales: Juan A. Rivero y José A. Mari Mutt.
"Yo aprendí a amar las plantas con Roy Woodbury. Él abrazaba, besaba y olía los árboles... eso es lo que me pasa a mí, que hasta que el árbol no me llega al alma, no lo abandono", sostuvo.
Su experiencia en el Colegio surgió gracias a la gestión del doctor Rivero, quien le dio la oportunidad de convertirse en su colega. Además de la grata experiencia de impartir cursos en el Colegio con un nombramiento ad honorem en el Departamento de Biología, don Papo resalta que fue la ocasión idónea para seguir alimentando su deseo por aprender más de la Botánica.
"Aproveché el título para irme a la Biblioteca. Allí estudié a Agustín Stahl, sus acuarelas, aquello fue grande para mí porque me abrió muchas puertas. Incluso, colaboré con el doctor Rivero en el libro Las flores silvestres de Puerto Rico", apuntó.
Asimismo, aunque más recientemente, ha compartido con el doctor Mari Mutt, a quien considera como, "otro gran Maestro, una fuente a recurrir para conocer más acerca de nuestra Isla".
De igual forma, algunos colegas de este biólogo resaltan su habilidad para recordar muchos nombres científicos. Y es esa facilidad con la que predica sobre cualquier planta lo que le ha calificado como el Sacerdote de los bosques. Entre sus allegados se le conoce como: "la persona más conocedora de la flora puertorriqueña; el mejor taxónomo de plantas de la Isla; uno de los hijos más ilustres de esta Patria".
Cual todo un experto, este educador es capaz de ofrecer la clasificación, el parentesco, la distribución geográfica y hasta los usos prácticos de cualquier arbusto. Y es que la rigurosidad con la que llegó a impartir hasta 21 laboratorios en su salón de clases desarrolló en él, el gusto porque las cosas salieran bien hechas.
En la actualidad, quien desde hoy será el doctor Miguel A. Vives Heyliger, se dedica a la investigación hepática, específicamente trabaja con los musgos. Gracias a este nuevo interés, ha logrado comunicarse con botánicos europeos de renombre.
Su ayuda desinteresada, así como su colaboración en las investigaciones de estudiantes graduados del RUM le han separado un lugar entre los grandes. Su nombre, que hasta ahora, solo identificaba el arbusto Reynosia vivesiana ahora se suma al de los grandes científicos de nuestra Isla.
¡Felicidades al doctor Miguel A. Vives Heyliger!
Ceremonia de otorgamiento del doctorado Honoris Causa