Estar preparado es importante, saber esperarlo es aún más,
pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
Arthur Schnitzler
Su niñez transcurrió por los jardines del campus. Llevan desde su infancia sangre verde colegial. Y aunque participaban de los campamentos de verano, de la fiesta agrícola Cinco Días con Nuestra Tierra o de alguna otra actividad académica, tal vez nunca imaginaron convertirse en los protagonistas de esta experiencia educativa. Hoy, que alcanzan un logro más en sus vidas, atesoran con amor las vivencias universitarias que los ayudaron a forjar sus carreras profesionales.
Se trata de los hijos de los empleados no docentes, quienes hoy se graduaron en la Nonagésima Octava Colación de Grados del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Fue a estos servidores públicos a quienes se les dedicó la graduación este año, según expresó la profesora Wilma Santiago Gabrielini, decana interina de Estudiantes.
“Queremos reconocerlos por formar parte esencial de nuestro propósito y aspiraciones de la Universidad del Siglo XXI. Ellos han compartido las ideas y los sueños del Recinto, respondiendo a las realidades y demandas de los tiempos de esta institución centenaria. Y, aunque nuevas generaciones han pasado y nos hemos enfrentado a mayores retos, una cosa no ha cambiado y es el fiel compromiso de los empleados no docentes de servir con excelencia y amor. Espero que sigan con la disposición de seguir colaborando para que nuestro Recinto siga siendo la mejor institución educativa de Puerto Rico”, concluyó Santiago, al tiempo que felicitó a los hijos de los empleados por culminar con éxito su carrera universitaria.
Wilbeth Lugo Morales
Aunque desde niña se pasea por los alrededores del Recinto y constantemente venía con su papá a participar de las distintas actividades, asegura que “la sangre colegial la llevo conmigo desde antes de nacer”.
Hoy, que se graduó Magna Cum Laude de un Bachillerato en Psicología, recuerda su experiencia universitaria como lo mejor que le ha pasado en la vida.
“Mi primer año de prepa fue de cambios y ajustes. Tomé decisiones teniendo en cuenta mi futuro. Hice buenas amistades y aprendí a desenvolverme sola, a luchar por mis metas. Aprendí que con dedicación y esfuerzo todo se puede lograr”, expresó la hija de Wilson Lugo, quien se desempeña como fotógrafo del Decanato de Estudiantes.
La joven de 23 años, quien actualmente se encuentra participando en el Summer Program for Undergraduated Research de la Universidad de Massachusset’s en Amherst, aseguró que aunque sabía que tener a su papá cerca le daría una confianza adicional, eso no influyó en la decisión de solicitar al RUM.
“Comoquiera hubiese estudiado aquí, ya que es la mejor universidad de Puerto Rico”, aseguró Wilbeth, quien planifica obtener un doctorado en Psicología Clínica.
Bernardo Acevedo Méndez
Para él, recordar su niñez por los pasillos del edificio Luis de Celis, es como regresar a su infancia cuando venía con su mamá, María Méndez, al Departamento de Biología, donde todavía se desempeña como Oficial de Asuntos Estudiantiles.
“Es emocionante recordar cómo era Celis, y ver que ahora es un edificio tan sofisticado. Más importante es ver que todavía le dan uso y que sigue siendo importante para el Colegio”, rememoró, mientras hacia una pequeña retrospección.
Según detalló Bernardo, quien completó un bachillerato en Biología, criarse en el campus fue parte esencial en su decisión de formar parte del RUM.
“Eso me ayudó a encontrarle pasión a lo que estudié porque tuve esa experiencia de biólogo desde muy temprano en mi vida”, insistió el joven, quien planifica seguir una carrera en Medicina.
De igual forma, manifestó que saber que su mamá trabajaba en el Recinto fue muy importante, pues siempre ha sido su apoyo, y lo ha ayudado a enfocarse y salir adelante.
Bernardo dijo sentirse muy complacido con su vida colegial. “Fue una experiencia excelente. Aprendí mucho y formé relaciones que durarán toda la vida. Venir a estudiar aquí fue un orgullo”, concluyó.
Brigert Arce Vega
Fue a sus 12 años cuando esta joven, graduada de Artes Plásticas, vino por primera vez al Recinto a visitar a su papá, Rafael Arce, quien se desempeña como jardinero en el Departamento de Química, sin imaginar que algún día sentiría tanto amor por su alma máter.
“Es interesante porque jamás pensé estudiar aquí, pero no sabía que la sangre verde estaba en mí sin darme cuenta. Cuando me aceptaron, no entendía la emoción de mi papá hasta que comencé a sentir esta pasión por el Colegio”, expresó emocionada.
Según relató esta joven de 25 años, volver al Recinto, fue como regresar a un viejo lugar que ya conocía.
“Llegar como universitaria fue recordar las veces que mi papá me trajo. Era como rememorar esa memoria; fue bien bonito”.
Brigert, quien desea seguir estudios graduados y convertirse en curadora, aseguró haber disfrutado cada etapa de su vida universitaria.
“Estudiar lo que te gusta es la mejor satisfacción que puede haber. Sé el valor que tiene conseguir eso que tanto te apasiona”.
David Ramos Matías
Describe su vida universitaria como “una travesía llena de retos y experiencias académicas, profesionales y personales como ninguna otra etapa que el desarrollo de la vida pueda ofrecer”.
El hijo de la compañera María Matías, secretaria administrativa en Rectoría, también recordó su niñez en el RUM.
“Desde recién nacido mi mamá me traía donde sus amigas, así que he sido colegial desde que nací”, expresó este joven de 24 años, que fue reconocido en la noche de logros del pasado año por su excelencia académica y por ser parte del cuadro de honor del Colegio de Administración de Empresas.
David, quien completó un bachillerato en Sistemas Computadorizados de Información, aseguró sentir desde pequeño la sangre verde.
“Desde ANTES de haber decidido cuál sería el campo de estudio adecuado, AHORA que estoy en la etapa final de mi bachillerato, y SIEMPRE… seré colegial”.
Khiabett Padilla Hernández
Siempre fue parte de la familia colegial, pues desde niña se involucró en las distintas actividades celebradas en el campus.
“Mi mamá trabajaba con las Abanderadas en las Justas y yo me iba con ella, así que desde pequeña sentía ese llamado por esta Universidad y sé que lo voy a sentir toda mi vida”, relató la hija de Nanette Hernández, quien se desempeña en como Oficial de Asistencia Económica.
Esta mayagüezana, quien completó un bachillerato en Ciencias Sociales, describe su etapa universitaria como los mejores cinco años de su vida.
“Fue diferente; me encantó. Me llevo muchos recuerdos, muchas amistades, y un sinnúmero de experiencias”, las que espera le ayuden a continuar estudios graduados en Consejería Psicológica y convertirse en una exitosa profesional.
La joven de 22 años, aseguró comenzar a extrañar muchas de sus vivencias colegiales. “Me va a hacer falta el edificio Chardón, los profesores, y, sobre todo, el ambiente del Colegio que no es el mismo de otras universidades”.
Yanitza Santiago Del Toro
A pesar de que fue en su adolescencia que comenzó a visitar el campus, se considera una de las Juanas del Colegio. Su experiencia académica estuvo llena de retos y momentos inolvidables que atesora en su corazón.
“Mi trayectoria en la universidad me hizo madurar como ser humano, estudiante y futuro profesional. Me llevo momentos llenos de risa junto a grandes amigos, así como noches sin poder dormir, pero hoy veo el fruto de todo el sacrificio de estos últimos cinco años”, puntualizó la joven de 22 años, quien culminó un bachillerato en Finanzas y se propone comenzar una maestría en Gerencia Industrial.
Para Yanitza, ser hija de una empleada del Recinto es un orgullo adicional. “Creas un vínculo especial con el Colegio. Te sientes parte de una familia, te encuentras con personas que te conocen y se preocupan por ti. Considero que eso me ayudó en mi vida universitaria porque me sentía segura, confiada y capacitada para ayudar a otros compañeros”.
Esta joven aguadeña, hija de Evelyn Del Toro, quien trabaja en el Decanato de Administración, aseguró que estudiar en el RUM se convierte en una experiencia que cambia la vida de cualquier universitario.
“Desde la semana de prepas, tu sangre cambia de color. Es imposible graduarte del Colegio y no sentir emoción al escuchar el Antes, ahora y siempre… ¡Colegio!”