Leer ficciones complejas, habitadas por personajes profundos y contradictorios,
como tú y como yo, como cada uno de nosotros,
impregnadas de emoción y desconcierto, imprevisibles y desafiantes,
se convierte en una de las mejores formas de aprender a ser humano.
Jorge Volpi
En su Decálogo del perfecto cuentista, Horacio Quiroga postula, entre otras cosas, que quien escribe cuentos debe hacerlo sin pensar en la impresión que provocará su historia. Este principio propuesto por uno de los más grandes escritores de la literatura hispanoamericana, ejemplifica la intención que tuvo la autora puertorriqueña, Janette Becerra con sus Doce versiones de soledad, colección de cuentos que se presentó en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). El texto más reciente de la también catedrática asociada de Estudios Hispánicos (ESHI) de la Universidad de Puerto Rico, en Cayey, se incluyó en la discusión de la unidad de cuento del curso de Español básico del Colegio. De la mano de la doctora Carmen Rivera Villegas, sus alumnos de primer año se adentraron en cada uno de los relatos que componen el escrito de la doctora Becerra.
La presentación fue novel, ya que el formato de la misma formó parte del programa televisivo Foro Colegial, que modera la doctora Mariam Ludim Rosa Vélez, directora de la Oficina de Prensa RUM. En una amena conversación entre la entrevistadora y la cuentista, y con los estudiantes como audiencia, la doctora Rosa Vélez interrogó a la autora acerca del hilo conductor de la obra literaria en la que se presentan 12 cuentos que ejemplifican, a su vez, igual cantidad de soledades.
"Yo admito que originalmente los primeros cinco o seis cuentos, en orden de composición, no fueron pensados como un hilo. Me di cuenta de que el elemento que había en común entre ellos eran las diferentes versiones que ofrecían de la soledad; la del escritor, del genio, del creador, la recién parida o de la madre, y la del loco o psicópata", explicó.
Para la cuentista, la importancia de abordar este tema, es sociológica porque según ella, el escritor de ficción no escribe literatura para cambiar el mundo o para apoyar causas, sino para producir arte.
"Como metáfora literaria, la soledad, sí es un tema muy importante. Este fenómeno nunca es colectivo", afirmó la también poeta.
De esta manera, en su proceso creativo, Becerra hecha mano de noticias o acontecimientos sorprendentes. Cada historia se inicia como una posible anécdota que, según confiesa, desconoce cómo terminará.
"Lo único que predetermino al sentarme a escribir es cuál es el giro sorpresivo que quiero en el cuento. Eso lo tengo que planificar con anticipación; lo demás, acerca de cuántos personajes, sus nombres, a qué se dedican, y cómo va a terminar la historia, eso se da durante el proceso de escritura", detalló.
Las reacciones en el Anfiteatro de Stéfani no se hicieron esperar. Los alumnos, que ya se habían enfrentado a la antología, fueron listos con sus preguntas y posturas muy acertadas para despejar las dudas que surgieron durante la discusión del texto en clase. Por eso, la doctora Becerra expresó sentirse muy complacida con la experiencia.
"Me encantó. Me pareció que fue un grupo bastante nutrido de estudiantes y además muy formal, muy serio, atentos... estaban informados, habían leído. De verdad, que la pasé muy bien y además tienen sus teorías sobre el libro; fue una experiencia muy bonita", manifestó, al tiempo que indicó que su aspiración cuando el cuento llegue a manos del lector es que provoque una emoción estética.
De otra parte, al preguntársele sobre porqué tomar como punto de partida un sentimiento como la soledad, cuya connotación resulta negativa para la mayoría de las personas, la cuentista aseguró que "no deseo que se identifique sentimentalmente, sino que sienta el horror, la alegría; puede parecer sentimental, pero no lo es. Aspiro a que reciba un placer de esa lectura. Yo no veo la soledad como algo negativo. Para mí, es una gran oportunidad para crear, meditar". Para Becerra, el arte no debe tener un propósito utilitario, sino que como sensibiliza al espectador, debe provocar un cambio en la sociedad, mejorarla.
En medio de la discusión, los colegiales identificaron entre sus favoritos, los relatos titulados: El sastre y Afición por los terrarios. Este último, también es el predilecto de la autora. En el caso de El sastre, un hombre grotescamente feo se enamora perdidamente de una hermosa mujer, lo que convierte el apólogo en una versión posmoderna de La bella y la bestia. Asimismo, compartió con los presentes la investigación botánica que realizó para escribir el que terminó siendo su preferido.
Otro aspecto que se destacó durante la entrevista fue que curiosamente, la antología presenta un total de 13 cuentos, pero ese relato adicional, se incluye de manera casi invisible, apoyando la superstición que acarrea consigo ese número.
"El cuento que se titula Trece, es el último del libro, pero intencionalmente ni siquiera aparece en el índice, porque claro, con el título que tiene, ya se imaginarán que tiene que ver con la superstición. El epígrafe de ese cuento y su nota al calce tienen mucho que ver con el Prólogo de la obra", comentó.
De la misma manera, la profesora aclaró que la soledad, aparte de ser el hilo conductor del texto, es lo único que tienen en común los apólogos de la colección, ya que ni los personajes se repiten, ni son cuentos sobre lo mismo, ni abordan la misma época, ni el mismo lugar. "Desde el título, Doce versiones de soledad, se anticipa que no se trata de una especie de postulado para que la gente reflexione acerca de su soledad; simplemente nos hace pensar que todos estamos solos y en ese momento nos enfrentamos a la creatividad", puntualizó.
Al preguntársele a qué se debió su selección del cuento como género literario, en lugar de la poesía que le ha dado a conocer, la catedrática respondió que aunque considera el verso como una categoría superior, abordar esta temática mediante la prosa es señal de su crecimiento como escritora.
"Para mí, la poesía es un género sublime y requiere mucha más maestría y dominio del autor, pero llevaba mucho tiempo necesitando escribir prosa y desarrollar paciencia al escribir. Necesitaba la disciplina de poder redactar textos más largos en los que tuviera que demorarme un buen tiempo, en los que se fuera cuajando esa historia más paulatinamente y ese desarrollo más prolongado y más exhaustivo, me lo daba el cuento. Lo próximo, será la novela; por eso, digo voy creciendo", subrayó.
De hecho, esa fue la intención de la doctora Rivera Villegas, catedrática asociada de ESHI en el RUM al seleccionar la antología con la intención de que los alumnos continúen explorando el proceso de la lectura.
"Yo leí Doce versiones de soledad a finales del semestre pasado. Me parecieron, como profesora que está buscando el interés del alumnado en las lecturas, que tenía los elementos de sorpresa perfectos para poderlos enganchar en esa experiencia de lectura, de interpretación", reveló.
Agregó que los textos se trabajaron durante dos semanas y su estrategia consistió en brindarles algunas pistas a los jóvenes para que, como lectores inteligentes, pudieran llegar a sus propias interpretaciones.
El texto es una publicación de Editorial Callejón.