Cinco funciones llenas a capacidad en el Teatrito del Edificio Chardón no solo demostraron la sed de presenciar arte en la comunidad, sino el compromiso de un grupo de talentosos alumnos, quienes junto a su profesora convirtieron en realidad el sueño de escenificar la obra puertorriqueña El gran circo eucraniano en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
La gesta es de los integrantes de la Asociación de Estudiantes de Drama en la Educación (AEDE) y la doctora Noemí Maldonado Cardenales, catedrática auxiliar del Departamento de Humanidades. Lo que fue una gran aspiración para la directora y para el elenco, se materializó el pasado 23, 24 y 25 de abril ante un ávido y numeroso público que se dio cita al encuentro.
Inicialmente, se seleccionó la obra de la doctora Myrna Casas, que fusiona diversas formas artísticas como el circo, el teatro del absurdo y el carnaval, por formar parte de la unidad dedicada a ese género que contiene la segunda parte del curso básico de Español del Departamento de Estudios Hispánicos.
"Llevamos alrededor de cuatro años colaborando con las profesoras Aida Carrero y Amarilis Carrero y siempre se nos ha pedido que hagamos breves escenas o lecturas dramatizadas y los estudiantes vienen y ven en vivo una puesta en escena. El año pasado quedaron tan complacidos, porque se le añadió un elemento de juego y subimos a varios alumnos al escenario, que ahí empezó la curiosidad de por qué no montar algo completo que sería una experiencia más enriquecedora. De esa manera no solo van a leer el texto y aprobar un examen, lo van a ver y el Teatro se hizo para verlo", relató la profesora, al tiempo que explicó que en ese momento aceptó el desafío de dirigir la obra y presentarla a finales de este semestre.
No obstante, El gran circo eucraniano guarda un especial significado para Maldonado Cardenales, quien la analizó en profundidad durante sus estudios doctorales. Según contó, cuando tomó su clase de Teatro Hispanoamericano y se mencionó un solo autor puertorriqueño, ella trajo a la atención la diversidad de dramaturgos nacionales que existen, como, por ejemplo, Casas y su particular pieza. Desde entonces, "hay una relación de amor con la obra y ahí es como viene este vínculo".
Para la directora escénica, el éxito de este montaje tiene mucho que ver con la temática de crítica social y con la propuesta de la autora de romper los esquemas tradicionales en la que los espectadores se convierten también en protagonistas. La historia gira en torno a los integrantes de un circo que llegan a la Isla y deben auscultar la situación política, económica y social para representarla en escena.
"La obra tiene vigencia, fue escrita a finales de la década del 1980 y, como vieron, se puede adaptar y si la presentamos, lamentablemente de aquí a 50 años, los problemas van a seguir igual si es que no cambiamos actitudes. Ese era uno de los retos, pero su flexibilidad te invita a atemperarla, entonces claro había que traerla al área oeste. Una de las cosas gratificantes y recuerdos buenos que tengo es que cuando estaba haciendo mi investigación que entrevisté a la doctora Myrna Casas, me contó que literalmente corrieron Puerto Rico por un año con el Circo y se estrenó en Añasco", aseveró como feliz coincidencia Maldonado Cardenales, que para esta versión la trajo a la realidad del entorno regional y universitario.
De igual forma, la profesora decidió añadir elementos noveles como payasos para interactuar con la audiencia y acentuar la magia circense, el Corium Canticus, que interpretó canciones en directo, así como música tropical como parte de los efectos de sonido.
"Fue una de las libertades que me tomé con el permiso y con mucho respeto. Eran parte de la treta del título: es circo, es teatro, es carnaval, ¿qué es esto?", planteó la catedrática, quien agregó que "el público se tiene que mover con el personaje porque te lleva a lo más profundo de la tristeza, la tragedia social que puede enfrentar cualquier ser humano, pero de momento se convierte en momentos de risa y es bien intensa".
Para el elenco actoral, así como los encargados de la parte técnica de la producción, la experiencia fue gratificante por partida doble: por la oportunidad de hacer lo que les apasiona y por el tipo de drama que protagonizaron.
"A pesar de que es una comedia, si uno ve los parlamentos y le hace una lectura más cercana, te das cuenta que de lo que te estás riendo es de la realidad de Puerto Rico y ahí está el enriquecimiento de la obra, somos nosotros como actores no tan solo de la pieza, sino de la historia que estamos haciendo", expresó Myrna Rivera Comas, alumna en cuarto año de Literatura Comparada.
La joven agregó que su personificación de Gabriela José, la dueña del circo, le permitió adentrarse en la sicología de sus múltiples facetas, no obstante, llegó a tener un debate, como actriz, con su personaje al pasar revista del esfuerzo que realizó junto los demás como equipo de trabajo para lograr subirla a escena.
"En una de las líneas ella hace una reflexión de si valió la pena que se hayan hecho unos sacrificios y su contestación es que no, pero yo pienso que sí, que en nuestro caso fueron fructíferas las horas de ensayo, de maquillaje, de preparación, de hacer todo lo que conlleva el circo. Yo creo que en las funciones que hicimos se vio y se logró".
Igual sentimiento compartió Ashley Justiniano Mercado, próxima a graduarse de Teoría del Arte, quien cumplió su sueño de pertenecer a un espectáculo como este.
"Como estudiante me enriqueció mucho, no solo en el campo de la actuación y en el drama, la comedia, también en el sentido personal porque las amistades que hice en ese elenco y los buenos ratos que tuvimos fueron inexplicables y no se comparan con cualquier otra experiencia que yo haya tenido. La pasé como si estuviera en un circo de verdad, me reí, lloramos, gozamos, gritamos, nunca lo voy a olvidar", aseguró la intérprete de Cósima, cuya musa fue su abuela.
"Me inspiré y lo que me llegó a la mente fue ella, los tacones, las pantallas, las prendas, la personalidad extravagante, me dejé llevar por eso y me lo gocé con el bingo, los bailes, el circo, me convertí en Cósima, de verdad".
Otros personajes que se agregaron a esta propuesta fueron los payasos, cuyo trabajo escénico conllevó la técnica de improvisación con la respuesta de la audiencia antes de subir el telón al comienzo y en el intermedio como preámbulo al segundo acto.
Juan Derieux Cruz, en quinto año de Estudios Hispánicos, fue uno de los responsables de esa dinámica, que pulió en el transcurso de las presentaciones, pero aprendió desde hace algún tiempo.
"Dejé que fuese algo más bien orgánico, ya yo había estudiado un payaso anteriormente, lo tenía fresco en mi mente porque me fascina el circo y uno de mis sueños es pertenecer a ellos. Dejé que función tras función fuese creciendo y alimentándose poco a poco y de las reacciones del público básicamente yo me nutría y reaccionaba a lo que me estaba dando”, recordó.
La parte técnica fue igualmente retadora porque se hizo una adaptación muy original que requirió un proceso de análisis y planificación previo al montaje. Ese importante rol recayó en la creatividad de Wilfredo J. Burgos Matos, también en su último año de Estudios Hispánicos, quien originalmente sería uno de los actores, pero optó por realizar esta encomienda.
“Es una obra que aunque se presta para trabajarle muchos aspectos, del teatro del absurdo, que uno puede jugar con las luces y los sonidos, pues tuvimos que estudiarla a fondo para saber de qué manera nos íbamos a acoplar con eso. Luego fue que se pudieron tomar en consideración todos esos matices que con menos tiempo no se les hubiese prestado la atención que ameritaban”, dijo el también encargado de coordinar los ensayos.
Para este joven, integrante del Taller de estudiantes de Prensa RUM, el contexto histórico y el llamado a la reflexión de la obra fueron claves para su aceptación en el Recinto. “Es muy necesario que nosotros tengamos no tan solo la oportunidad de interpretar nuestra realidad a través de los medios, sino que también tengamos las expresiones artísticas para poder entenderla, pasar juicio sobre ella y contribuir a la sociedad puertorriqueña”.
Por su parte, la doctora Maldonado Cardenales agradeció el apoyo del público colegial, el de otras hermanas organizaciones del Recinto como la Asociación de Estudiantes de Historia, y la de sus discípulos.
“Cuando ves trabajos que han costado esfuerzos, sacrificios, dices pues aquí hubo un compromiso, una complicidad, se nota y en esa parte estoy satisfecha”, destacó.
El resto del elenco lo integraron: Axel Sánchez Steidel, Wilfredo Guilloty Rivera, Cristina Maldonado Caro, Yamil Ortiz Retamales, Jean De Armas Sánchez, Lizmarily Rodríguez Cirilo y Cristopher Avilés Pérez. Mientras, Tomás Mercado Rivera fue el regidor de escena y Luis López Rodríguez, estuvo a cargo del maquillaje.