Auscultar de manera profunda y reflexiva sobre los prejuicios y estereotipos que denigran a las personas de escasos recursos en Puerto Rico, así como comprender sus causas, efectos y las posibles maneras de romper con estos, fue lo que motivó a un grupo de estudiantes del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) a celebrar el conversatorio La estigmatización de la pobreza.
La tarea recayó en los alumnos del curso Psicología de la diversidad humana del Departamento de Psicología (PSIC), que dicta el doctor Eduardo Lugo y que cada semestre tiene como requisito un ciclo de actividades cónsonas, que convoca a expertos de la disciplina para abundar sobre uno de los temas discutidos en clase.
“Hoy vamos a hablar sobre la pobreza, que nos atañe a todos porque durante estos tiempos en los que tanto hablamos de crisis fiscal, hemos visto en la prensa, en la comedia, en las redes sociales en Puerto Rico, cómo utilizamos palabras y tenemos visiones que muchas veces estigmatizan y oprimen a las comunidades pobres. Desde nuestro campo, tenemos mucho que decir”, explicó el doctor Lugo, como parte de su mensaje de bienvenida.
Tópicos como el Coloniaje y Diversidad: Aportaciones desde la psicología, Hostigamiento Sexual en el Ámbito Universitario y La mujer en el deporte han sido algunos de los que ha incluido la serie para la cual los estudiantes deben prepararse desde comienzos de semestre, trabajar y dividir tareas de logística, recursos invitados y promoción.
“Estos son foros indispensables en el quehacer de la Universidad porque van más allá del aprendizaje y están tocando una serie de temas presentes en nuestro entorno social. La estigma de la pobreza nos ha acompañado desde principios de la humanidad y las investigaciones arrojan un factor significativo que promueve el cambio social, que ayuda a sobrellevar las barreras del prejuicio y la discriminación: la educación, indispensable para que toda sociedad combata en consenso cualquier esfuerzo que vaya dirigido a limitar su acceso”, aseveró, por su parte, el doctor Douglas Santos, director del Departamento de Psicología.
En esta ocasión, la responsabilidad de arrojar esa mirada la tuvieron los catedráticos Heriberto Méndez Salas, de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Aguadilla; Ileana Carrión, de la UPR Recinto de Humacao; y Luisa Seijo, de Ciencias Sociales del RUM. Reunidos en el anfiteatro del edificio Luis De Celis a mediados de abril pasado, y ante un grupo de alumnos colegiales, los expertos abonaron al asunto desde sus perspectivas y experiencias.
La primera parte de la discusión estuvo a cargo del doctor Méndez Salas, quien disertó sobre la Percepción hacia grupos de personas con escasos recursos económicos, a la que el presentador añadió Reflexiones desde Ignacio Martín Baró, pues fue el autor, considerado como el principal referente de la psicología social latinoamericana, que utilizó como fuente primaria.
El conferenciante, quien aclaró que su análisis surge de su experiencia en el escenario clínico, mencionó algunas ideas enmarcadas en la pobreza dentro de lo que es un grupo que ha sido percibido a través de la historia en un marco estigmatizado. De igual forma, partió de las definiciones de prejuicio y estereotipo, así como de algunos modelos teóricos que permiten explicarlos.
“Estamos viendo clases sociales que compiten por unos recursos. Desde ahí se comienza a partir de unos estereotipos muy específicos que comparten un carácter histórico que se van trasladando y que van a posibilitar una estigmatización que muy bien puede estar de la mano con el estereotipo y el prejuicio”, reiteró.
El profesor destacó que según la definición de Martín Baró, en el contexto de la década del 80 en El Salvador, se concebía al pobre como irresponsable, inconsistente, incapaz de sostener un trabajo, y, por ende, de encargarse de sus hijos. Para contrastar eso, Méndez Salas hizo un sondeo reciente en sus cursos, con sus discípulos, que arrojó descripciones muy similares, a pesar de la diferencia de época y cultura, que incluyeron: sin educación, mal vestidos, vagos, con poca higiene, vividores, sin motivación, y dependientes del gobierno.
Explicó que hay varios modelos teóricos que explican lo anterior. Uno de ellos es el psicoanalítico, que parte desde el individuo, quien utiliza mecanismos de defensa para atribuir culpa o responsabilidad a la persona indigente de su desgracia. También habló del modelo sociocultural, que establece que se da un tipo de identidad de grupo a partir de lo que es una cultura y una subcultura. Y por último, mencionó el cognitivo, que promulga que la categoría estereotipo, de por sí, es una más como mencionar, por ejemplo, la palabra mujer.
Como parte de las consecuencias, Méndez Salas resaltó que existen influjos sobre la percepción, en las que se le atribuye a la personalidad del pobre aquellos comportamientos que son congruentes con el estereotipo; sobre la acción, que va a determinar la manera de interactuar con los miembros del grupo estereotipado y va a provocar una acción que lo confirma; y sobre la memoria, que va a propiciar que se recuerde la información que concuerda con las características del estereotipo.
“Los estereotipos no son productos naturales, son conclusiones sociales. Nadie nace con una visión de un grupo, sino que ha sido aprendida. El autor establece que se dan dentro de los procesos de socialización primaria, yo diría que los de socialización secundaria brindan una luz para poder hacer cambios significativos desde una visión muy optimista. Estos procesos, que no son naturales, están enmarcados en una historia, en una cultura, en contextos políticos y por supuesto económicos”, finalizó el catedrático.
Prosiguió el turno de la doctora Carrión, quien se enfocó en la Construcción de la pobreza como un estigma dentro de la sociedad puertorriqueña y desde su experiencia como trabajadora social.
“Toda mi vida profesional ha sido trabajando con los sectores de escasos recursos económicos. Esa estigma nos dice que los pobres son vagos, viven del gobierno, son negros, violentos, ignorantes, criminales; las mujeres, prostitutas; los hombres, borrachos, adictos. Eso es fuerte decirlo y vivirlo. Cuando mencionamos toda esta percepción de lo que es el pobre, es como el carimbo, la marca impuesta mediante hierro candente en la antigüedad que servía para mostrar la condición de esclavo. Ahora, cuando nos referimos a la estigma de la pobreza, estamos hablando del carimbo social, de unas personas en la sociedad puertorriqueña que están marcadas visiblemente y tratadas desde esa marca”, aseveró.
La doctora Carrión centró su ponencia en la forma en que se construye socialmente ese carimbo, para lo cual propuso tres dimensiones: la personal, la político social y la global, cuya interconectividad es relevante e imprescindible a la hora de hacer ese análisis. En la personal, detalló que unos sectores definen a otros y los que reciben el sello terminan avalándolo; se internalizan y se manifiestan estas conductas, por lo que se convierte en una especie de herencia social.
“Uno no se da cuenta de que la cotidianidad, va aceptando el rechazo y las personas lo viven, lo sufren y padecen. Cuando hablamos del estigma, no hablamos de las fortalezas de la pobreza. Tenemos que salir de Disney World y de estar pensando todo el tiempo en las cosas buenas y bonitas porque para poder destruir la desigualdad, tenemos que conocerla".
Mientras, en la política social, destacó el abuso de poder, ámbito en el que las clases sociales que están en control son las que imponen el estigma. Agregó que en ese entorno contribuye también el hecho de que Puerto Rico es una colonia, lo que refuerza los elementos de dependencia, sumisión, de carencia de poderes para resolver los problemas.
La profesora vinculó otros factores como el hecho de que el Estado es el que organiza la vida de la gente en las comunidades pobres y las encierra en una subcultura. Dentro del aspecto político, recalcó que los pobres son perseguidos por un sistema de carácter policiaco, punitivo, que repercute en menos oportunidades y condiciones represivas a nivel de familia, vivienda, ambiente, educación y salud.
En cuanto a las relaciones globales, reiteró que estas trascienden a nivel local y viceversa. Dentro de esta categoría y en el contexto boricua incluyó los movimientos poblacionales y las migraciones, la esclavitud moderna a través de la trata humana, la mano de obra barata y la explotación.
Como posibles medidas de acción, la doctora Carrión sugirió el empoderamiento personal y colectivo a través de la acción, organización y democratización de la sociedad.
“Tenemos que accionar sobre el contexto social porque es el que impone el carimbo, pues a la vez que trabajamos con las personas sujetas a este, tenemos que llevarlas también a que actúen sobre el ambiente externo. Hay que democratizar nuestra sociedad, en la medida en que no lo hagamos, quitar ese carimbo de la pobreza es más difícil; involucrar a las personas en el movimiento obrero, ambiental; desarrollar una conciencia más allá del gueto y que siempre la comunidad sea la protagonista de su proceso”, subrayó.
Completó el ciclo de ponencias la profesora Seijo Maldonado, cuya amplia trayectoria académica y profesional está enmarcada en un vasto trabajo comunitario como gestora y directora de los proyectos Siempre Vivas y el Instituto Universitario de Desarrollo de las Comunidades del recinto mayagüezano de la UPR.
“Es importante que nosotros como universitarios empecemos a salir de nuestra burbuja y no solo mirar las perspectivas teóricas que estudiamos en la sala de clases para analizar y depositar en un examen. El gran reto es ese. Ya hemos mirado la realidad: existe pobreza y desigualdad en Puerto Rico, existe una sociedad donde más del 60 por ciento vive en exclusión total”, esbozó al principio de su intervención.
La catedrática resaltó iniciativas como el Centro Universitario para el Acceso que nació en el RUM con el fin de lograr que más estudiantes de residenciales públicos tengan la oportunidad de competir de igual a igual y ser admitidos en la Universidad de Puerto Rico.
“Tenemos que empezar a mirarnos críticamente, sobre qué no estamos haciendo, como clase privilegiada universitaria, para poder transgredir eso que tenemos que transgredir”, instó, al tiempo que agregó que, en su mayoría, los prejuicios sobre personas que viven en situaciones de desventaja económica son perpetuados por la misma sociedad.
La investigadora puso como ejemplo los propios prejuicios y estereotipos que ha encontrado como parte del requisito que tienen sus estudiantes de hacer un proyecto en acción participativa en comunidades.
“Es un deber reflexionar sobre esa realidad. ¿Qué vamos a hacer? ¿Seguir celebrando las Justas y jangueando enajenados por las calles y esquinas de Mayagüez? Esos son los universitarios, los colegiales, los duros y las duras, pero en el fondo hacemos lo mismo que la gente del caserío, los estudiantes usan la droga igual que los del caserío. Todos lo sabemos, así que para hablar de este tema tenemos que empezar a mirarnos nosotros mismos”.
Seijo Maldonado instó a la audiencia, en su mayoría estudiantes de Psicología, a organizarse como universitarios y a valorar la educación que reciben de la Universidad del pueblo de Puerto Rico, cuyo costo no equipara con la calidad de sus recursos y la preparación que reciben.
“Yo sueño con una Universidad en la que todo estudiante se gradúe en su currículo con un programa de vinculación comunitaria que aporte a la transformación del país, de aquellos que hemos excluido y marginado nosotros mismos. Servicio comunitario no es ir una vez al año al hogar de niños a llevar regalitos para que se sientan felices, eso es seguir perpetuando la estigmatización, la inequidad y seguir siendo cómplices de la situación de pobreza y desigualdad que vive este pueblo. La única razón de ser de la Universidad es que aporte a la transformación de la sociedad, espero que podamos seguir comprometidos hacia esa dirección”, reiteró.