Explorar los misterios del fondo del mar, descifrar sus códigos, buscar las historias que relata el majestuoso océano con el vaivén de las corrientes, indagar sobre áreas aún desconocidas por la ciencia: conocer más, porque siempre hay más.
Con esa misión en perspectiva y la curiosidad innata que caracteriza a los científicos, un grupo de investigadores del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), se dispone a investigar la Trinchera de Puerto Rico, la fosa más profunda en todo el Océano Atlántico y la séptima más honda en el mundo.
Desde su descubrimiento en 1883, la fosa ha sido poco estudiada por los retos tecnológicos y económicos que representa llegar a sus 8,500 metros de profundidad (aproximadamente 28 mil pies).
Por ese motivo, la división de Exploración Oceánica e Investigación de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA), otorgó una subvención de aproximadamente $ 350 mil para sondear el área localizada entre el Mar Caribe y el Océano Atlántico a unas 75 millas al norte de San Juan, cuyo calado es comparable a la altura del Monte Everest.
El doctor Wilford Schmidt, catedrático del Departamento de Ciencias Marinas (CIMA) del Recinto y experto en Oceanografía Física, es el investigador principal del proyecto que busca recopilar información de los procesos físicos como olas, corrientes, temperaturas y salinidad, entre otros, de la fosa marina.
"Estamos muy entusiasmados y esperamos que sea el inicio de un proyecto sistemático a largo plazo de la Trinchera de Puerto Rico. Anticipamos que la investigación tiene el potencial de permanecer por décadas y esperamos que el Recinto continúe como la sede de este esfuerzo", dijo el doctor Schmidt durante una conferencia de prensa que se llevó a cabo esta semana en la que se anunció la iniciativa.
¿Qué esperan encontrar?, preguntó una periodista al científico. "Nuevas cosas maravillosas", respondió.
"Una parte muy emocionante del proyecto es que como la Trinchera no ha sido muy estudiada, casi todo lo que encontremos será nuevo y tendremos que documentarlo. Esperamos describir nuevas especies y las propiedades del agua en ese lugar", agregó.
Precisamente, uno de los retos de la exploración de la cuenca oceánica es la búsqueda de la instrumentación adecuada para acceder a esas profundidades. Por eso, el doctor Schmidt cuenta con la colaboración del doctor Manuel Jiménez, catedrático de Ingeniería Eléctrica y Computadoras, actualmente decano asociado de Asuntos Académicos de Ingeniería del RUM, quien es el coinvestigador de la propuesta.
“Históricamente, la forma de acceder a esas profundidades era con un cable largo. La hondura promedio del mar es de 4,000 metros, así que los cables existentes tienen esa dimensión. Es muy raro encontrar un barco que tenga la cantidad necesaria de cable para trabajar en sobre 8,000 metros. Esto hace que la labor sea costosa y fuera de lo común”, explicó el doctor Schmidt.
Agregó que, en todo el mundo, tal vez existen dos embarcaciones que tienen la capacidad para hacer esta labor. “Así que el doctor Jiménez y yo estamos proponiendo nuevas tecnologías que nos permitan trabajar desde pequeños barcos sin cables. Estamos desarrollando aparatos que podamos tirar y que puedan ir a la profundidad por ellos mismos y regresar a la superficie”, sostuvo.
Esa novel tecnología, adapta conceptos utilizados en el pasado, pero innovadores elementos que mejoran las boyas de flotación para tolerar la presión propia de ese nivel. “Lo que hace nuestro proyecto posible y nuevo es el desarrollo de estas esferas de cristal (glass spheres) que resisten la presión y pueden flotar”, subrayó.
Se trata de aparatos que tienen la dimensión de un ser humano promedio, un peso de unas 100 libras, cuyos flotadores contienen las esferas de cristal que son las que permiten que el instrumento regrese a la superficie.
Los fondos, provenientes de la NOAA, son producto de una propuesta competitiva sometida por los profesores del RUM.
“Es muy gratificante que la hayan seleccionado. Los paneles de evaluación son anónimos y muy críticos. En nuestro caso tuvimos muchos comentarios muy positivos y resultó la propuesta con mejor evaluación”, aseveró.
Coincidió el doctor Jiménez, quien destacó el componente interdisciplinario de la propuesta.
“Por un lado, está la Oceanografía que realiza la interpretación de los datos que se extraen del fondo del océano. Mientras que el componente ingenieril hace posible el desarrollo de la tecnología capaz de operar de manera confiable un vehículo libre que pueda consistentemente recoger los datos a ser analizados. Esta combinación fue uno de los atributos que destacó este proyecto entre los evaluados por el panel”, sostuvo.
Agregó que trabajan en el desarrollo de equipos autónomos que sean tolerantes a la presión de esa profundidad y a fallas.
"Queremos aportar con nuestro trasfondo de Ingeniería de Computadoras para desarrollar una tecnología de bajo costo y lo suficientemente confiable para poder realizar este tipo de estudio", destacó Jiménez.
La Universidad como centro de peritaje
De acuerdo con el doctor Uroyoán R. Walker Ramos, presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), esta subvención valida, una vez más, el rol que tiene el mayor centro docente del País en los asuntos de gran relevancia.
“El calibre de nuestros profesores, sus investigaciones, peritaje y compromiso hicieron que la propuesta que presentaron recibiera el aval de la NOAA, entidad que al otorgar esta subvención reafirma que en la Universidad de Puerto Rico tenemos investigadores de primer orden, de calibre mundial, que llevan a cabo trabajos de seriedad, profundos, en este caso literalmente, y de relevancia. Ustedes son orgullo de todas y todos nosotros, y su éxito es el éxito de la Universidad, del País y de su gente", reiteró Walker Ramos.
Destacó que en la UPR, se llevan a cabo el 90 por ciento de las investigaciones que se realiza en la Isla.
"Nos reafirmamos como la Universidad del rigor y de investigación. Nuestros profesores y estudiantes trabajan constantemente en proyectos, muchos de los cuales ya han probado su efectividad y pertinencia. Estamos comprometidos en continuar sumando proyectos investigativos en beneficio del País y del mundo”, puntualizó.
Para el RUM, representa una oportunidad de validar la pericia existente en la institución que es fuente de generación de conocimiento y búsqueda de soluciones multidisciplinarias.
“Nos sentimos muy satisfechos de que el talento de los nuestros se reconozca por entidades de tanto renombre como la NOAA. Esta investigación establece precedentes tanto en su contenido, como en la manera de realizarla. Precisamente, para eso es la Universidad, para ofrecer opciones y respuestas”, manifestó, por su parte, el doctor John Fernández van Cleve, rector del RUM.
En la iniciativa también participan un estudiante doctoral de CIMA; uno de maestría de Ingeniería Eléctrica y dos alumnos subgraduados de Ingeniería de Computadoras.
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