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Un faro en el Oeste

Por Idem Osorio De Jesús (idem.osorio@upr.edu)
PRENSA RUM

viernes, 20 de octubre de 2017
Aunque su misión principal es detectar, procesar e informar la actividad de terremotos y tsunamis en la región y dar a conocer esos resultados para propósitos de seguridad pública, educación e investigación, la Red Sísmica de Puerto Rico (RSPR) sirvió como un vínculo esencial de comunicación con agencias locales y federales durante la emergencia del huracán María en la isla.
 
La entidad, adscrita al Departamento de Geología del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), tomó un rol protagónico y constató su pertinencia cuando el pasado 20 de septiembre se convirtió en la única agencia en el oeste con un sistema de radio y recepción satelital que sirvió de apoyo no solo a las agencias de manejo de emergencia municipales de la zona, sino a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y el Servicio Geológico Federal (USGS). Todo esto se logró desde sus instalaciones en el campus, donde estuvo destacado gran parte de su personal 24 horas por 14 días consecutivos.  
 
Según constató el doctor Víctor Huérfano Moreno, director interino de la RSPR, el protocolo establece que en Puerto Rico las dependencias autorizadas a proveer información de esta categoría son, en primera instancia: la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), y la Oficina de Pronósticos de San Juan del Servicio Nacional de Meteorología (SNM), colocando así a la Red Sísmica como punto focal alterno. En caso de ocurrir un evento telúrico o la posibilidad de un tsunami, la NOAA emite los avisos a través de sus centros de tsunamis en el Pacífico, pero la información fluye a las agencias locales, en el orden determinado.
 
“Aquí localmente, el punto focal de tsunamis primario es la AEMEAD porque es la agencia de manejo de emergencias del gobierno de Puerto Rico; el focal alterno es el Servicio Nacional de Meteorología que está en San Juan. Nosotros fungimos como punto alterno, en tercer lugar. ¿Qué sucedió? Que las comunicaciones se perdieron y el intercambio de información entre las diferentes agencias y el Centro de Tsunamis se vio interrumpido”, relató Huérfano Moreno.
 
Tanto el director interino, como sus colegas en la Red, la doctora Elizabeth Vanacore Maher, investigadora y sismóloga; y Gisela Báez Sánchez, coordinadora de análisis y procesamiento de datos geofísicos, contaron a Prensa RUM cómo debieron atemperarse a su nuevo rol en medio de la catástrofe que causó este evento atmosférico en el país.
 
“El Servicio Nacional de Meteorología en San Juan emitió el último boletín cuando el huracán salió por Isabela. Como parte del plan de continuidad de operaciones que todas las agencias deben tener, el de ellos es que cuando ya no pueden operar, pasan la responsabilidad al National Weather Service en sus oficinas en Miami. Ahí es cuando nos dejan saber que ellos eran los encargados de proveer información a Puerto Rico. Nosotros podíamos recibirla, pero no teníamos la capacidad de contestarles, dar retroalimentación, nada. No teníamos comunicación con el SNM en San Juan, pero ellos y Miami sí intercambiaban impresiones y nos las enviaban a nosotros a través de satélite por el sistema EMWIN y nosotros la retransmitimos a las zonas de AEMEAD y Oficinas Municipales de Manejo de Emergencia (OMMES) que aún nos copiaban (escuchaban)”, explicó Báez Sánchez.
 
De esa forma, la RSPR también fue el único vínculo con gran parte de los municipios que conforman la región oeste, que abarcaron desde Arecibo hasta Ponce, a quienes brindaron información y asistencia, a pesar de que solo los escuchaban, sin poder contestarles por las limitaciones del sistema.
 
“El punto más delicado es cuando la NOAA, a través de sus centros de tsunamis pierde comunicación con la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y con el Servicio Nacional de Meteorología en San Juan. ¿Quién sigue en el orden? Nosotros. Por eso, desde ese momento mantuvimos contacto con ellos cada 12 horas desde el 20 de septiembre por nuestro sistema satelital. La Red Sísmica empezó a fungir como el punto de comunicación para obtener la información, no solamente de sismos y tsunamis, sino la meteorológica. La recibíamos por el sistema EMWIN, cuya antena está en nuestro techo y se mantuvo en pie, y como aquí había gente todo el tiempo, nuestro personal emitía los boletines a la zona”, agregó el Director.
 
El colectivo de trabajo de la Red tuvo incluso la responsabilidad de traducir los mensajes en un lenguaje que fuera apropiado y que cumpliera con la función básica de alertar a la ciudadanía y a las agencias que tenían acceso. 
 
“Los traducíamos con mucho cuidado porque son dos ciencias muy diferentes y el vocabulario es distinto. Cuando estás en la operación de emergencia ves que hay una falta de comunicación bien grande y tienes una gran responsabilidad. De momento piensas: ‘el primario se fue, el alterno se fue, y nos toca a nosotros’. Luego, el National Weather Service, que es el alterno de tsunamis, también necesita un apoyo logístico de enviar información a la mitad oeste de la isla, pues tratamos de que fuera lo más normal posible dentro de lo que no era una normalidad”, manifestó Báez Sánchez, al tiempo que detalló que esos boletines que enviaban desde la Red los recibían todos los centros de manejo de emergencia que los lograban escuchar por radio luego del paso del huracán.  
 
“Durante los primeros nueve o 10 días nos copiaban bastantes oficinas municipales a través de la frecuencia del radio estatal por la antena de Monte del Estado, pero ya después como todo estaba trabajando con diésel y las plantas fallaban, nos tuvimos que reducir a una frecuencia más local donde solamente nos escuchaba Mayagüez. De ahí se retransmitía en cadena al que necesitara saber la información por ejemplo, sobre avisos de inundaciones”, agregó la también encargada del plan de continuidad de operaciones de la RSPR. 
 
La funcionaria hizo hincapié en la rigurosidad del protocolo de comunicaciones que no le permitiría a la RSPR utilizar las frecuencias radiales para esos fines, no obstante, las circunstancias los obligaron a alterar esa directriz.
 
“Cuando perdemos a San Juan, siempre el procedimiento es pedir a la región de Mayagüez que nos dé esa autorización de hablar hasta para dar un mensaje relacionado con un temblor o tsunami. Esa noche del huracán no conseguíamos la zona de Mayagüez, ni Aguadilla y habían oficinas de manejo de emergencia pidiendo información con urgencia. Nosotros los estábamos escuchando y decidimos, ante la situación, dejarles saber que sí estábamos en frecuencia. Luego Mayagüez nos asignó esa función”, recordó.
 
Muchas de esas llamadas de auxilio que hacían los operadores de emergencia municipales estaban relacionadas con casos específicos en los que debían, por ejemplo, movilizar a refugiados a zonas no inundables, entre otros escenarios urgentes.
 
“Nos consta de municipios que recibieron esa asistencia y están sumamente agradecidos. Nos dijeron: ‘los estuvimos escuchando todo el huracán, esas coordenadas y esa seguridad que proyectaban’, algo que no esperas que sea nuestra función, pero se hizo y se les dio un servicio que necesitaban”, reiteró la analista.
 
Tanto Báez Sánchez como la doctora Vanacore Maher estuvieron al frente de sus respectivos grupos de trabajo la noche del huracán, cuando se organizaron en dos turnos con cuatro personas por cada periodo. Según contaron ambas científicas, se realizó un proceso de preparación muy estricto y meticuloso que incluyó la protección del edificio con antelación, la selección de los empleados que pernoctarían en las instalaciones, siempre salvaguardando su integridad, y el abastecimiento de comida, agua y artículos de primera necesidad para al menos tres días.
 
“El problema más grande fue que el agua se coló por debajo de las ventanas, así que mientras no estábamos trabajando, teníamos la responsabilidad de sacar agua o mover cajas del piso, entre otras tareas. También tuvimos que desarrollar diferentes logísticas para cocinar y hasta para descansar”, contó Vanacore Maher, quien aparte de su responsabilidad en la RSPR, es catedrática en el Departamento de Geología. 
 
El colectivo vivió la misma realidad que el resto del país desde sus oficinas centrales que dependían igualmente de combustible para mantener en pie su planta eléctrica y continuar brindando el servicio a la región. 
 
“Cuando abrimos la puerta, al día siguiente del huracán, pensamos en contactar a la Guardia Universitaria que había tenido un problema serio durante la noche antes y tuvo que moverse de edificio. Eso psicológicamente nos afectó porque los escuchamos por radio, decir que se estaban moviendo en una guagua y que no podían llegar a nosotros. Eso nos impactó, éramos las únicas personas, éramos el RUM en ese momento”, añadió Báez Sánchez.
 
Ya luego de haberse encontrado con los oficiales y darse los consabidos abrazos reafirmando que todos estaban bien, comenzaron a ajustar un nuevo plan, incluso de seguridad por el toque de queda, y la falta de acceso, tanto para constatar que sus familias y hogares estuvieran a salvo, como para recibir a otros miembros de su personal para que los reemplazaran en nuevos turnos laborales.
 
Los tres representantes de la RSPR agradecieron a la rectora interina, Wilma Santiago Gabrielini y al decano interino de Administración, Carlos E. Rosas Muñiz, quienes les brindaron apoyo desde el primer día y los visitaron diariamente para tocar base sobre sus necesidades. 
 
De hecho, como parte de las intervenciones de la Rectora en las emisoras de radio WPRA y WKJB en Mayagüez, se logró contactar al radioaficionado José Osuba, quien se instaló en el edificio de la Red Sísmica y auxilió a un sinnúmero de estudiantes colegiales internacionales para contactar a las familias en sus respectivos países.
 
De igual manera, la Red expresó su gratitud a la Cervecera de Puerto Rico, empresa que les facilitó combustible y agua potable para los empleados, así como también extendieron el agradecimiento a las OMMES de Mayagüez y Cabo Rojo, y a la Zona de AEMEAD de Mayagüez. 
 
Por otro lado, según repasaron, uno de los mayores retos que le ha tocado enfrentar a la RSPR es el de comunicaciones. Como estipula el protocolo, la entidad devolvió la responsabilidad de emitir información al Servicio Geológico de Estados Unidos, pero la propia agencia federal tiene sus limitaciones relacionadas con la instrumentación para medir sismos en la región caribeña, cuyas estaciones fueron completamente devastadas tanto por el huracán María como por Irma, en varios lugares, como fue el caso de las Islas Vírgenes. 
 
“En una situación normal, la Red detecta, avisa, tiene esa responsabilidad primaria, pero obviamente, nuestra capacidad se ve limitada porque toda la esquina del Caribe queda desprovista de información. El Servicio Geológico dice ‘vamos a ser los responsables, pero ¿con qué vamos a monitorear si no hay datos, no hay estaciones?’ La Red Sísmica mantiene cuatro estaciones, las que se instalaron en los años 70 y son las que están funcionando”, aseguró el Director.
 
Con esos fines, la doctora Vanacore Maher explicó que ayudó a configurar un plan, tras intensas horas de llamadas a través de satélite, de manera que la NOAA y el USGS pudieran unir esfuerzos para proveerse datos que puedan fluir hasta Puerto Rico. La evaluación actual está enfocada primordialmente en los daños a las estaciones, torres y comunicaciones en general, así como una propuesta ante el Congreso para reconstruir la Red Sísmica, el Strong Motion Program, y las estaciones de USGS.
 
“Será necesario revisar los protocolos, no solamente en Puerto Rico. Ahora mismo hay conversaciones con las otras redes sísmicas regionales como California y Alaska para discutir una asignación de fondos dentro del programa Sísmico Nacional (ANNS). Esto es un evento catastrófico de comunicaciones. Nadie planifica para una pérdida así. Ahora mismo, todas las oficinas regionales están evaluando si les podría ocurrir algo parecido, así que todas los están revisando”, subrayó Vanacore Maher.
 
Los funcionarios de la entidad se mostraron satisfechos con el plan de emergencia que habían trazado, el que revisan continuamente porque es parte fundamental de su misión y su componente educativo. No obstante, aseguraron que siempre hay espacio para optimizar. Asimismo, los llena de orgullo la labor realizada en este evento histórico en el que quedó demostrada la pertinencia de la Red. 
 
“Ya nos hemos reunido internamente y con nuestros pares del gobierno federal y estatal. Ya se están encaminando varios procedimientos para ver qué falló y cómo vamos a mejorar. Van a seguir los huracanes, habrá un temblor en algún momento, pero uno tiene que aprender de las experiencias. Si hay una enseñanza, es que una cosa es hacer el plan y otra muy distinta es vivir la situación real. Es necesario ajustar esos planes. A fin de cuentas, necesitamos salvar a nuestra gente. Vamos a levantarnos, pero hay que hacer las cosas bien desde el comienzo”, puntualizó Huérfano Moreno.

  • Los doctores Víctor Huérfano Moreno, director interino; y Elizabeth Vanacore Maher, investigadora y sismóloga; junto a Gisela Báez Sánchez, coordinadora de análisis y procesamiento de datos geofísicos, relataron cómo debieron atemperarse a su nuevo rol en medio de la catástrofe.<br>Carlos Díaz/Prensa RUM
  • La Red Sísmica fungió como el punto de comunicación para obtener la información, no solamente de sismos y tsunamis, sino meteorológica.<br>Suministrada
  • Dos grupos de trabajo se dividieron las tareas de la Red desde la noche del huracán, cuando se organizaron en dos turnos con cuatro personas por cada periodo.<br>Suministrada
  • Gran parte de su personal estuvo destacado en la las instalaciones de la Red 24 horas por 14 días consecutivos. Esta imagen fue captada horas antes del paso del huracán.<br>Suministrada
  • El colectivo confrontó inundaciones en sus oficinas centrales.<br>Suministrada
  • El radioaficionado José Osuba se instaló en el edificio de la Red Sísmica y brindó ayuda a un sinnúmero de estudiantes colegiales internacionales para contactar a las familias en sus respectivos países.<br>Suministrada
Los doctores Víctor Huérfano Moreno, director interino; y Elizabeth Vanacore Maher, investigadora y sismóloga; junto a Gisela Báez Sánchez, coordinadora de análisis y procesamiento de datos geofísicos, relataron cómo debieron atemperarse a su nuevo rol en medio de la catástrofe.<br>Carlos Díaz/Prensa RUMLa Red Sísmica fungió como el punto de comunicación para obtener la información, no solamente de sismos y tsunamis, sino meteorológica.<br>SuministradaDos grupos de trabajo se dividieron las tareas de la Red desde la noche del huracán, cuando se organizaron en dos turnos con cuatro personas por cada periodo.<br>SuministradaGran parte de su personal estuvo destacado en la las instalaciones de la Red 24 horas por 14 días consecutivos. Esta imagen fue captada horas antes del paso del huracán.<br>SuministradaEl colectivo confrontó inundaciones en sus oficinas centrales.<br>SuministradaEl radioaficionado José Osuba se instaló en el edificio de la Red Sísmica y brindó ayuda a un sinnúmero de estudiantes colegiales internacionales para contactar a las familias en sus respectivos países.<br>Suministrada

SOURCE: http://www.uprm.edu/portada/article.php?id=4033