En momentos en los que el país atraviesa por el mayor colapso de su sistema energético en la historia, profesores del área de Potencia, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras (INEL/ICOM), del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), ofrecieron ayer la charla Cómo sobrevivir sin luz de la Autoridad de Energía Eléctrica, con el propósito de instruir, principalmente a los estudiantes, en torno a las opciones que existen para poder contar con luz, desde diferentes fuentes, en sus hogares u hospedajes.
“Luego de tener varias conversaciones en los pasillos y cuando hablábamos en las filas de las gasolineras y los supermercados, escuchábamos cómo la gente se preguntaba qué tipo de generador eléctrico puedo utilizar o cómo puedo hacer uso de placas solares o de baterías para tener un poquito de luz en la casa. Con eso en mente tratamos de unir todas esas ideas y enfatizar en las cosas buenas y en las cosas malas también, para que los estudiantes sepan qué pueden hacer”, explicó el doctor José Colom Ustáriz, director de la mencionada facultad.
De esta forma, y ante una concurrida audiencia que copó el anfiteatro del edificio Luis Stefani, los doctores Erick Aponte Bezares, Marcel J. Castro Sitiriche, Efraín O’Neill Carrillo y Lionel Orama Exclusa compartieron con los asistentes desde consejos prácticos para estimar la necesidad crítica de luz de cada individuo, hasta el uso correcto de los aparatos que producen energía eléctrica.
Durante su turno, Aponte Bezares abundó en lo que se debe y no se debe hacer si no se cuenta con el servicio. El catedrático señaló que hay identificar lo que la persona quiere versus lo que necesita para poder estimar cuánta energía hace le falta.
Es preciso, además, determinar la fuente de energía y si esta va a ser a través de aparatos solares, generadores portátiles, invertidores o con baterías. En el caso de que se escoja la producción solar, se debe tener en cuenta que, en la zona oeste, el recurso solar produce cuatro horas de energía durante su máxima exposición. Entre los muchos datos que brindó, Aponte fue enfático en señalar la seguridad que se debe tener al momento de instalar cualquier recurso de generación de energía.
“Lo que queremos es mirar este asunto de que las personas están supliéndose la energía con generadores o con otros métodos y quisimos hacerles un acercamiento para que primero miraran los posibles problemas y la falta de seguridad que hay en hacer esto sin pensarlo bien”, sostuvo.
Entre las recomendaciones más importantes destacó el no acercar a las ventanas los generadores o plantas por los gases tóxicos que despiden; la existencia de un transfer switch para estos, al igual que el uso de cables o extensiones no adecuadas, ya porque sean muy largas, muy finas o múltiples, lo que él denomina como la “peligrosa araña”, en la que un sinnúmero de cables son conectados a una misma fuente y la que, lamentablemente, es una de las prácticas más comunes que se ven en estas instalaciones de artefactos.
“Con las otras formas que la gente está usando, con inverters, baterías y ese tipo de cosas, la forma más segura es que no traten de hacer que eso interactúe con la casa, sino que sea totalmente independiente. Si la persona quiere que esos aparatos interactúen con su hogar, debe buscar ayuda de un especialista que conozca todas las medidas de precaución para que esa instalación sea segura”, apuntó.
Otro que recalcó que las instalaciones de aparatos o sistemas para la generación de energía eléctrica deben ser aprobadas por ingenieros especialistas y peritos electricistas fue Orama Exclusa, quien aludió nuevamente a la necesidad de usar un transfer switch para conectar las llamadas plantas eléctricas. Asimismo, abordó las diferencias entre los generadores que usan gasolina, gas y diésel para su funcionamiento y expuso que estas últimas tienen, a la larga, una mayor vida y un mejor funcionamiento. El catedrático afirmó que, para un mayor rendimiento de estas máquinas, es preciso cambiarles los filtros, cada 100 horas de uso, al igual que el aceite y el refrigerante.
Por su parte, durante su turno, Castro Sitiriche insistió en la responsabilidad social que tenemos como país y en cómo el consumo de menos energía puede llevarnos a una mejor calidad de vida.
¿Por qué no tenemos luz?
El conversatorio trató el importante tema del porqué estamos sin luz, a cargo del doctor O’Neill Carrillo, con el propósito de mostrar la magnitud de los daños al sistema eléctrico de la isla causados por el ciclón María en su paso por el país el pasado 20 de septiembre.
“Aquí no debemos perder de vista que nos azotó un huracán categoría 4, entró por Yabucoa y siguió una línea, más o menos diagonal hasta salir por Hatillo. En ese trayecto, el huracán destruye la infraestructura de transmisión, que son las líneas que llevan grandes cantidades de energía desde las plantas del sur hasta el lado norte de Puerto Rico. Principalmente, en la mitad este de Puerto Rico, las líneas y las torres de transmisión quedaron destruidas. Eso hace que el sistema, básicamente, colapse porque no hay manera de transmitir esa energía de un lado a otro”, precisó.
El catedrático agregó que la otra mitad del país recibió daños en algunas partes de las líneas de transmisión, aunque no fueron tan severos como en la mitad este; pero que en toda la isla hubo daños en las líneas de distribución.
“Una vez esas líneas de transmisión llevan esas grandes cantidades de energía a los diferentes pueblos o centros de carga, esos voltajes se bajan a voltajes de distribución y esas líneas de distribución son las que llegan a las casas y a los comercios y gran parte de esas líneas están destruidas o muy afectadas. Así que, aunque logremos levantar las plantas, que ya están levantadas casi todas, y las líneas de transmisión; hasta que las líneas de distribución no les lleguen a cada ciudadano, no les va a llegar energía eléctrica a la casa de esa persona”, detalló.
Por esta razón, añadió, el proceso de restablecimiento del servicio de energía es uno lento y puede tomar meses porque, aunque se espera que para diciembre el 95 por ciento esté restablecido, eso es en términos de generación y no de usuarios.
En su alocución, el catedrático expuso que se debe considerar el tener un sistema distribuido en vez de un sistema centralizado, en el que sistemas más pequeños sirvan a regiones a cada pueblo, en los cascos urbanos o áreas críticas como las que se usan para refugio para que cada municipio pueda tener una mejor respuesta ante una emergencia. Otra opción sería soterrar las líneas en esos lugares particulares.
“Mucha gente ha comentado que porqué no soterramos todas las líneas. Eso sería ideal, pero es bien costoso, entre tres y cinco veces más de lo que cuesta una línea normal; además de que una falla en una línea soterrada es más difícil de arreglar que en una normal, pero obviamente, sí tiene unas ventajas”, apuntó, a la vez que abogó para que durante este proceso de reconstrucción que se está atravesando, se considere la posibilidad de soterrar las líneas en los lugares que se necesita -y se espera- una respuesta rápida y así proveerlas una estructura mínima ante una situación de emergencia.
“El evento fue uno muy severo, nunca antes visto en cuanto al impacto a la infraestructura y es importante que no perdamos la oportunidad de aprender. Sería una tragedia, sobre la tragedia que ya vivimos, que no aprendamos las lecciones que María nos ha dejado”, puntualizó.
Taller Completo: Cómo sobrevivir sin luz (de la AEE)