Proyecto académico con alcance social
Una pasión, una oportunidad y mucha voluntad encendieron la chispa de la creatividad en la profesora y su grupo de estudiantes para colaborar con un proyecto académico con impacto social en una entidad muy apreciada y cercana al corazón del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), el Zoológico de Puerto Rico, Dr. Juan A. Rivero.
La idea original fue lanzada por una egresada colegial y fue la doctora Cristina D. Pomales García, catedrática del Departamento de Ingeniería Industrial (ININ), quien la acogió como parte de uno de los cursos que dicta para alumnos de cuarto año y que típicamente incluye un proyecto de diseño.
“El génesis de esta iniciativa es la exalumna de nuestro Departamento, Astrid Varela Agront, quien luego de haberse graduado en 2014, estuvo un tiempo en la industria y, por cosas de la vida, descubre su pasión por los animales. Comienza estudios en Preveterinaria y, en ese proceso, hace el enlace como voluntaria del Zoológico. No pudo abandonar sus raíces de ingeniería industrial y empieza a identificar proyectos de mejora de procesos. Es en ese momento que regresa a su alma mater en busca de un enlace de colaboración entre los estudiantes y facultad”, relató la doctora Pomales García a Foro Colegial.
El grito de ayuda llegó a los oídos de la profesora, quien lo tradujo como un área de oportunidad y no dudó en incorporarlo a su clase también por su interés de tener presente siempre el componente de servicio.
“A veces se confunde nuestro Departamento por su nombre y pensamos que solamente podemos estar enfocados en las industrias, pero nosotros lo que evaluamos son procesos y dentro del Zoológico, estos se dan todos los días, así como áreas de servicios. Los cuidadores interactúan con los animales, con la flora, en tareas como el cuido, la alimentación y el mantenimiento de las instalaciones. Hice el acercamiento e identificamos la gran necesidad de desarrollar métodos de trabajo, estándares de tiempo, en los que ellos puedan medir y evaluar la capacidad que tienen de hacer el trabajo con recursos limitados”, describió la educadora.
Según contó, pensó que habría cierta resistencia de los alrededor de 30 discípulos porque no contemplarían el cuidado de animales como un área de servicio para hacer el trabajo de medición. No obstante, la recepción fue sumamente positiva y el grupo se embarcó de inmediato en la aventura que inició el primer semestre del presente año académico y que confrontó retos como lo fue el ciclón María, que lo mantiene cerrado al público. La misión era evaluar los métodos, tiempos de trabajo y recurso humano, así como crear procedimientos estándares para la realización de sus actividades cotidianas.
“Todos nos montamos en una guagua un día y la clase se dio en los predios del Zoológico que está a cinco minutos de aquí, el lugar perfecto, a corta distancia. Llegamos, nos atendieron, conocimos el espacio, tuvimos una visita de exploración y luego regresamos al salón de clases donde se desarrollaron las propuestas de los métodos de diseño, la agenda de visitas, los análisis, el modo de realizar las evaluaciones, las mediciones, y completar el ciclo con unas presentaciones formales con áreas de recomendación y análisis económico, como típicamente hacemos”, añadió la catedrática.
De acuerdo con el testimonio de los participantes, tanto la gerencia como los empleados de las instalaciones, la doctora Marylin Arce, veterinaria; el superintendente Alex Vázquez y los biólogos, los acogieron y se mostraron sumamente receptivos a colaborar en la gesta.
“En particular quiero agradecer al superintendente, quien ha sido punta de lanza en este esfuerzo, al estar allí para recibir a los estudiantes, escuchar las propuestas, las ideas y dar luz verde para que el mensaje no solamente se integre en su día a día, sino llevándolo a niveles más altos porque, como él muy bien nos ha dicho: ‘si tuviésemos que pagar por lo que ustedes están haciendo por nosotros, no podríamos aceptar este servicio’ ”, recordó.
Gerardo J. Maldonado Santiago, de ININ, fue uno de los alumnos que completó la travesía convencido de haber formado parte de un proyecto transformador y diferente.
“Primero que todo, es una experiencia sumamente nueva, distinta a lo que yo he realizado antes. Yo había participado en proyectos de diseño de trabajo y estudios de tiempo, siempre en una compañía manufacturera porque a los ingenieros industriales usualmente nos enfocan más hacia la industria, pero también está el área de servicio. Me di cuenta, cuando hice el proyecto en el Zoológico, de que un ingeniero industrial puede trabajar en cualquier lado. Solo tienes que darle el problema y te va a decir cómo y con qué métodos resolverlo”, apuntó.
A Gerardo y su grupo de cuatro personas le correspondió el área del acuario y su componente educativo con la misión de reducir el tiempo del quehacer del cuidador, quien se extendía en su horario al punto de confligir con la llegada del público, pues realizaba una gran cantidad de faenas en una jornada que debía contar con un mínimo de tres empleados, por lo que el proceso no fluía de forma adecuada.
“Entre las tareas que identificamos, se destacaban: darle comida a los peces y las aves, limpiar las peceras y las jaulas, aparte de ofrecer la educación. Todo eso le tomaba mucho tiempo, por lo que usamos una metodología que nos enseñó la profesora Pomales en la clase para identificar cuáles eran estas tareas y el tiempo que le consumían. Luego, llegamos a unos resultados y a las recomendaciones”, subrayó el colegial.
Según explicó la doctora Pomales, luego del huracán María, lograron culminar tres proyectos exitosos de los nueve que tenían planificados, en las áreas del antropodario, vivero, educación, acuario y cuarentena. Además, compartió la buena noticia de que ya la gerencia ha sometido requisiciones para comprar parte de los materiales y poder incorporar algunas recomendaciones que se le dieron.
De igual forma, la profesora adelantó que ha dado seguimiento al esfuerzo en algunos de sus cursos de este semestre, esta vez con un enfoque diferente desde el punto de vista de la ergonomía y la seguridad industrial. Además, destacó el componente comunitario y de solidaridad que salió a relucir en los testimonios escritos que les sometieron sus alumnos al culminar la vivencia.
“Espero continuar colaborando con este maravilloso espacio y sus empleados para que más estudiantes puedan experimentar cómo se puede crear y aplicar conocimiento en proyectos sociales de manera responsable”, aseveró, al tiempo que informó que ya otros colegas se han unido al Zoológico con propuestas parecidas desde sus disciplinas, ya que se trata de un “laboratorio viviente espectacular”.
Ednan Barbosa e Idaldo Rivera Ocasio, ambos de ININ, fueron algunos de los integrantes del curso que expresaron por escrito su sentir tras haber trabajado para ayudar a las instalaciones.
"Hay experiencias y conocimientos que nos duran por toda la vida. Sin duda alguna, este proyecto será uno de ellos. Me ayudó a crecer en el ámbito personal y profesional. Ahora tengo mayor conciencia con respecto a los animales y al valor que estos merecen. Me percaté que trabajar en un zoológico no es tan fácil y espero que cada una de las recomendaciones sean recibidas, ya que mi interés principal es mejorarlo y que pueda ser un lugar óptimo de trabajo y un gran destino turístico”, opinó Ednan.
Mientras, su compañero Idaldo enfatizó en la relevancia de haber formado parte de un colectivo, cuyo objetivo era el bienestar de un patrimonio puertorriqueño.
"Siempre he pensado que nosotros como estudiantes tenemos un potencial enorme en contribuir en diferentes áreas a nuestro país. Al principio de agosto todo en el Zoológico iba bien hasta el huracán. Después, las cosas se tornaron un poco más complicadas. Queriendo aportar un granito de arena, encontramos alguna resistencia, pero fue más fuerte nuestro interés de contribuir al desarrollo de Puerto Rico que renunciar y escoger el camino fácil", puntualizó.
SOURCE: http://www.uprm.edu/portada/article.php?id=4207 |