"El lograr liberarme de la figura y de la esclavitud de la anécdota…
me permitió sumergirme en aquellos mundos profundos y
anchos de las formas rotundas de los ritmos".
Marcos Irizarry
El Museo del Recinto Universitario de Mayagüez (MuSA) se transformó en escenario y pasarela para un junte artístico nunca visto en el área oeste. Danza + Moda: artes que se potencian es una nueva fusión de la propuesta creativa de Osvaldo Robles Fontanez, diseñador de modas puertorriqueño y la danza exploratoria del MayaWest Dance Project.
Al compás de violines, los bailarines de este ensamble guiaron a más de 30 participantes en un recorrido inusual por las galerías del MuSA. Como de costumbre, las obras colgaron de las paredes y reposaron sobre las vitrinas del museo, pero esa noche, la moda y el baile se apoderaron del espacio cultural.
La moda, a cargo de Robles Fontanez, mejor conocido como Valdy, fue inspirada en la obra del fenecido artista residente del RUM, Marcos Irizarry. El diseñador confeccionó la vestimenta de los bailarines tomando prestado del arte plástico y añadiendo al arte en movimiento. Para este colegial, graduado del Programa de Enfermería, presentar sus piezas en el MuSA fue la oportunidad perfecta para romper con el estatus quo del mundo de la alta costura y aportar al patrimonio cultural de su alma mater.
“Usualmente, vemos la moda en las pasarelas y a las chicas modelando vestidos, pero en este caso, la pieza se presentó de una forma distinta, se presentó danzando. Eso fue un reto, pero creo que lo sobrepasamos”, reconoció el también egresado de Centro Moda Escuela de Diseño Lisa Thon.
En sus creaciones, Valdy incorporó los tonos verdosos del aguafuerte de Irizarry y les dio un brillo tornasol con lentejuelas y paillette que, según David Soler, director del MayaWest Dance Project, parecían darle una nueva vida tanto, a los bailarines como a la pintura.
“Cuando comenzamos a ponernos la vestimenta, cogimos otro aire, como estar en un pedestal y ser una pieza de un museo, pero en esencia, como en vida. Yo pienso que la pieza se transformó porque al tener este vestuario tan elaborado, uno se crece y la perspectiva del movimiento también. Todo se engrandece y no te sientes ni en el espacio”, expresó Soler, quien encabezó la danza final de la noche junto a Tatiana Rodríguez, primera bailarina de Balleteatro Nacional de Puerto Rico.
Asimismo, Rodríguez, quien se mostró alegre de colaborar con la nueva cepa de bailarines profesionales del oeste, enfatizó que su danza buscaba entablar un diálogo sobre el proceso creativo de distintas ramas del arte y que, aunque había una coreografía establecida, su vestido le dio una nueva forma de abordar el movimiento y atacar el paso.
La bailarina también comentó que, ante la dificultad de retomar su arte luego del paso del huracán María, esta colaboración en el MuSA le ha devuelto el optimismo necesario para seguir haciéndolo en cualquier escenario.
“Me llevo, aparte de esta energía tan bonita, el hecho de que podemos seguir aportando arte. No necesitamos, tal vez, la estructura a la que estamos acostumbrados, pero, si tenemos la necesidad de bailar, tenemos que hacerlo como sea y donde sea porque eso es lo que somos: bailarines”, explicó.
Por su parte, María Matos Viera, directora del Museo Casa Pilar Defilló, Espacio Cultural Pablo Casals, aplaudió la sensibilidad y la calidad del junte artístico que se dio por primera vez en la Sultana del Oeste.
“Me conmovió porque la fusión de la danza y la moda en este gran museo resulta algo distinto, algo nuevo, que me ha llenado de mucha felicidad. Estoy muy contenta con lo que se está haciendo en favor de la cultura y el arte aquí en MuSA y los otros museos de la ciudad de Mayagüez como el que yo dirijo. A ver si seguimos aportando a mejorar este mundo”, subrayó Matos Viera para cerrar la noche.